v.12 n.7 Tal vez los Gnósticos ganaron después de todo

Por Anthony Buzzard
Al leer la historia de la Iglesia antigua hay un grupo que a cada rato aparece—los Gnósticos. Ellos creían que tenían, o que poseían, conocimiento secreto que les permitía “interpretar” las Escrituras mejor y con más autoridad que otros. Habían otros grupos que corrompieron copias del texto del Nuevo Testamento para que parecieran ser más favorable a sus puntos de vista particulares, pero se decía de los gnósticos que eran tan imaginarios que no siempre necesitaban modificar su redacción. Todo lo que tenían que hacer era “interpretar” cualquier texto para hacer que dijera lo que ellos querían decir. Hoy en día parece ser que hay personas con la misma capacidad. Hoy la mayoría del mundo Cristiano reclama tener una revelación especial, declarando que la Trinidad es verdad, agregando que es esencial para la salvación. Todo esto a pesar del hecho de que ni Jesús ni los apóstoles expiraron ni una sola palabra al respecto. Jesús y Pablo no sabían nada en absoluto acerca de un Dios trino.

La historia nos revela que aquellos que se vinieron a llamar “ortodoxos”—es decir, aquellos que tenían “el camino correcto”—pudieron lograr esa posición honorable solo quitando a sus oponentes a la fuerza, incluyendo algunos que se dominaban como Gnósticos. Mi abuela tenía un dicho acerca de “la olla que llama al hervidor, negro”. Mientras uno trata de entender lo que hoy declaran como la doctrina “ortodoxa”, parece que han empleado las artes similares de los gnósticos de la antigüedad contra quienes se habían opuesto vigorosamente, ¡haciendo que las Escrituras digan lo que ellos desean!

La etiqueta “ortodoxa” se dice que significa “el camino correcto”. Este es un nombre equivocado, ya que cualquier grupo sincero puede, aunque no con tantas palabras, describirse como “el camino correcto”. De otra manera no pudieran ser el “camino” si no creyeran que fuera la forma correcta. Los que hoy se dicen llamar ortodoxos no llegaron allí con un sello divino de aprobación sobre su doctrina. Ellos fueron los “ganadores” políticos de la lucha ideológica para ser el perro mas grande. Por cierto, el grupo que comenzó a establecer las reglas de la ortodoxia de hoy fueron principalmente ex-paganos, con una inclinación filosófica Griega. Eventualmente encontraron el liderazgo del Emperador pagano Constantino, quien adoraba en el culto del dios solar. Constantino vio la ventaja política de un solo Estado religioso para traer paz a su imperio. El resultado de una religión aprobada por el estado fue el precursor de la Iglesia Católica Romana, una iglesia que todavía hoy establece sus tradiciones por encima de la Biblia y se hace llamar “apostólica”, auténtica, fundada por Pedro.

El emperador Constantino es eufemísticamente conocido como un “Emperador Cristiano”. Pero él era un sacerdote en un culto de adoradores del dios solar casi hasta el día de su muerte. Uno de sus sucesores, Justiniano, cuando se puso a limpiar las leyes del Imperio Romano, ayudó a asegurar la continuación de la versión particular del cristianismo de Constantino, promulgando leyes que prohibían cualquier otra opinión con pena de muerte. La palabra Griega de opinión es la palabra de la cual obtenemos “herejía”. El partido autoproclamado ortodoxo era la voz cantante y tenían el permiso de la única “opinión correcta”. Por lo tanto, así es hasta hoy.
Como el resultado de la aplicación del estado implacable de la “verdadera” doctrina por medios violentos, encontramos que la teología ortodoxa actual ha sido literalmente “quemada dentro de” la psique de la Iglesia (¿cuántos herejes—mártires—puso la Iglesia al fuego?). Luego, durante siglos de analfabetismo, las doctrinas fueron transmitidas de generación en generación por una auto-designada élite, construyendo una estructura filosófica encarnada, de modo que hoy la mayoría de los fieles no son capaces o tienen miedo de cuestionar los dogmas de la ortodoxia, a pesar de que admiten no entenderlas. El liderazgo de estos grupos mayoritarios trabaja fuerte y valientemente para hacer sus argumentos convincentes. Aunque muchos de ellos, en privado, mantienen dudas e incertidumbre. Para amortiguar el celo de cualquiera que persista en cuestionar estas doctrinas, se les hace amenazas ya sea velada o explícita, de un infierno ortodoxo y una condena como recompensa por su incredulidad.
Esta doctrina de un Dios trino es extraña a las palabras de Jesús y los apóstoles. Ellos tuvieron fuertes palabras que decir acerca de aquellos que cometieran abusos y engañarán al “rebaño”, pero ellos nunca trataron de confundir a los creyentes con “misterios”, un lenguaje sin sentido y una matemática imposible. Las enseñanzas y parábolas de Jesús eran, de hecho, un intento de cortar a través de la jerga teológica de su tiempo y presentar una sencilla verdad con un lenguaje común con la ayuda de imágenes y comparaciones, para que la gente común pudiera entender. Es bueno notar que Jesús suele dar una interpretación a sus parábolas (comparaciones), sin embargo, muchos maestros modernos logran ver en ellos todo tipo de “significados ocultos”. Esto de nuevo nos recuerda que, después de todo, tal vez los Gnósticos están todavía con nosotros.
En los últimos años, una serie de doctrinas ortodoxas han sido “revisadas” y varias descartadas por lo que son un paganismo disfrazado como Cristianismo. La inmortalidad del alma es sólo uno de ellos. Estas doctrinas están siendo demostradas como falsas por algunos de los más eminentes, incluso teólogos conservadores, de nuestros tiempos. Sin embargo, todavía imponen otras enseñanzas esotéricas del mismo género a pesar de tanta oposición de expertos académicos.
Hablan de la doctrina de la Trinidad como si fuera “la piedra angular del Cristianismo”, mientras que el segundo Adán, el “único mediador entre Dios y los seres humanos, Jesucristo, el mismo humano” es “la piedra que desecharon los constructores”. Para demostrar lo que he dicho, traten de estudiar el tema y luego traten de hacer un dialogo constructivo con un creyente trinitario, en muchos casos rápidamente serán rechazados y las puertas cerradas, incluso excomulgados. El Gnosticismo no puede seguir la lógica y la verdad de Dios es lógica. Dios no ha ocultado la verdad sobre ‘cuantos es El’ en una maraña de misterios. Dios envió a su Hijo y nos dio su Espíritu Santo para que podamos disfrutar de la libertad de saber la verdad y a través de ese conocimiento adquirir “una esperanza viva”.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros” (1 Pe 1:3-4). No hay ninguna pista en cualquier parte de la Escritura que diga que uno debe creer en la Trinidad para ser salvo. ¿Acaso fue Jesús, o los apóstoles, negligente al no enseñar “el camino correcto” a la salvación? O, de hecho, será que la ortodoxia actual no es lo que pretende ser, ¿a veces tan bulliciosamente?
Queridos amigos, deben responder estas preguntas o su fe para siempre se verá comprometida por un elemento de incertidumbre, mientras intenta creer en doctrinas (¡admítalo!) que no [y nunca podrá] entender sobre la verdad más básica del Evangelio— ¿quien fue Jesús y quién es Dios? El correcto entendimiento de la Expiación se basa en saber que Jesús fue el “segundo Adán”. Jesús murió por nuestros pecados en nuestro lugar. Pablo lo dejó claro en Romanos 5:19: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de un hombre, los muchos serán constituidos justos” (mejor le fuera leer todo el capítulo).” Es interesante que muchas traducciones parecen dejar de lado el segundo “hombre”, en vez añadiendo “por la obediencia de uno” en un intento de torcer las palabras hacia la Trinidad. Pero la Escritura es clara—sólo un verdadero descendiente de Adán podría quitar la maldición. Dios, quien es inmortal (1 Tim 6:16), no podía morir por nuestros pecados.
¡Ahora vamos a ver! ¿Sabe usted que su iglesia se ha comprometido a creer en un ‘Dios-Hijo’, que no puede, por definición, morir? Dios es inmortal. De hecho, la sugerencia de que sólo Dios puede “pagar el precio” induce a la creencia en un Dios mortal ¡quien tuvo que morir! Ellos dicen, “lo único suficiente es que Dios haya muerto por nosotros” y sin embargo, en el mismo aliento, “Dios no puede morir”. Entonces, ¿quién murió? Pablo dice que fue el Hijo de Dios. El fue lo sencillamente franco. Pablo no se imaginaba que Dios pudiera morir, o que Dios era más que una sola persona. ¿Por qué entregarse a la frecuente jerga incomprensible de alguna “teología”? Los Gnósticos fueron los primeros “teólogos”, dijo el príncipe de la historia de la Iglesia, Adolf Harnack. ¿Por qué no liberarse de la dependencia en ellos? No deje que los gnósticos los engañen.

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