El Gran “YO SOY” de Juan.

Por Xavier

La frase del Griego traducido como “yo soy” [ego eimi] en el cuerpo de las escrituras Juaninas [1] aparecen en la boca de Jesús unas 15 veces. En cada vez que aparece [menos en Juan 8.58] es traducido como “ese soy yo” o “soy yo”.[2] Decir que ego eimi se refiere al Gran “YO SOY” de Ex 3.14 es mal leer el texto. De los dichos de ego eimi en el Evangelio de Juan, los que tienen el predicado “Yo soy el pan de vida”, “la puerta”, “el camino”, “el buen pastor”, etc., no implican que el sujeto sea Dios. Pero si llama la atención al que las dice en términos más fuertes posibles: “Yo soy el—al que deben ver y escuchar si quieren conocer a Dios”.

De los “absolutos” [independientes] usos de ego eimi, la mayoría simplemente establecen una identificación: “Ese soy yo”, es decir [“Yo soy el que buscas”]. Esto es así de 4.26 (el Mesías del que hablas); 6.20 (confirmando la identidad de Jesús en el lago por la noche, tal y como Mar 6.50, Mat 14.27); 9.9 (en el los labios no de Jesús, sino del ciego); y en 18:5-8 (el “yo soy tu hombre” del arresto; cp. Hechos 10:21). A pesar de que evoca temor (y no, como por la reacción anterior de blasfemia en 8:58) entre los oficiales de arresto, el motivo de tal reacción podría ser simplemente debido al “poder y majestad” que estaba con Jesús, de acuerdo a Sal 45 [la gente, naciones o tropas “caerán bajo sus pies”]. En cualquier caso, solo aparece en la “Cristología elevada” del Evangelio de Juan.

La frase está en la escena de la resurrección en Lu 24:39[3] y tres veces más en Juan 8:24, 28, 13:19.[4] Estos no debería de significar que Jesucristo sea YHWH (de hecho en estos dos últimos hay un contraste con el Padre que lo envió), sino “el Mesías de Dios”.[5]

Por lo tanto, no tiene sentido que a Jesús le hagan decir: “Yo soy YHWH, el Dios supremo del Antiguo Testamento, y siendo YHWH hago lo que me dicen”; y en 13.19: “Yo soy Dios, y Yo estoy aquí porque alguien me ha enviado.” Que Jesús asume el nombre divino no es declarado en ningún lugar o implicado en este evangelio. Aún los Judíos no lo acusaron de eso—sólo de llamarle a Dios su propio padre, y, por lo tanto, implicando una igualdad con Dios. Lo que toman como blasfemia cuando dicen que se hacia “un dios” en 10:33, es de nuevo aclarado como un mal entendimiento de quien Jesús realmente es: “el Hijo de Dios.”[6] Como resultado, lo peor que pueden decir de él en el juicio es que declaraba ser “el hijo de Dios”.[7]

YHWH en el NT. La aparente exclusión del nombre divino [YHWH] en el Nuevo Testamento, no hace al “Dios” [ho theos] de Israel, el Padre de Jesús de Nazaret, de alguna manera diferente o no identificable. El nombre es substituido por el titulo estándar “Señor” o en el lenguaje Arameo “Abba”[8]. En cada caso, le sigue su equivalente griego de pater [“padre”]. Si hay una conexión con el Gran “YO SOY” de Ex 3.14 en el Nuevo Testamento, se encuentra en la frase Griega ho ōn ho ēn ho erchomenos: “El Que es y Que era y Que ha de venir”.[9]

La primera expresión (ho ṓn) declara que nunca ha habido un momento en que Dios no existió, por lo que Él es auto-existente. La segunda expresión (ho ḗn = el Que había sido), nos lleva más atrás, antes de la misma creación, a la cual Dios le dio existencia, El mismo siendo auto-existente. La última parte [ho erchómenos, literalmente “Aquel que viene”] no excluye el hecho de que Él vino en diferentes momentos y de diferentes maneras hablándole a Su creación (Heb 1:1-2). Él vino, Él está aquí, y Él todavía seguirá viniendo en formas peculiares y necesarias para la ejecución de Su voluntad. La razón por la cual esta designación de Dios sólo es dada en Apocalipsis puede ser porque solo allí es donde ese plan y propósito de Dios se revela plenamente. En todas sus apariciones esta frase es aplicable sólo a Dios, Padre.

Conclusión. Las declaraciones de ego eimi atribuidas a Jesús revelan su identidad y su auto-conciencia de ser el Mesías profetizado [Juan 4:25-26], “el unigénito Hijo de Dios” [Juan 1:18; 10.33]. Decir que estas declaraciones, de alguna manera, nos revelan el nombre único, divino y personal de Dios, su Padre [Juan 17.3; 20:17], significaría que Jesús es también el “Auto-Existente”, “Gran YO SOY”, YHWH. Eso hiciera a dos YHWH en vez de uno, como lo dice la confesión Judía-Cristiana del Shema [Deu 6.4; Mar 12.29].


Notas de pie:

[1] La colección de cartas del NT unidas por la tradición de la persona de Juan el Apóstol. En general la colección incluye: Evangelio de Juan; Primera, Segunda, Tercera Epístolas de Juan; y Apocalipsis. Las cinco obras muestran cierta similitud en las imágenes, pero son muy diferentes en estilo y presentación. Muchos eruditos bíblicos modernos rechazan completamente la idea de un cuerpo unificado de la literatura de Juan, mientras que otros ven las obras como el producto de una primitiva comunidad cristiana con enlaces a Juan el Apóstol. Wikipedia

[2] Juan 4:26; 6:20; 8:24, 28; 13:19; 18:5, 6, 8; cp. Mat 14:27; Mar 6:50; 14:62; Lu 21:8; 22:70; 24:39.

[3] “¡Soy yo mismo!”, NVI; LBLA. “Yo mismo soy”, RV1960.

[4] “…pues si no creen que yo soy el que afirmo ser… el que afirmo ser.” Alt. “aquél”; también en v. 28. [NVI]. Aunque las notas de la RV1995 admiten que “en algunos lugares del evangelio (8.24, 28; 13.19; 18.5), Jesús usa la expresión Yo soy, sin más determinación. Por una parte, recuerda la fórmula de identificación de un enviado, al presentarse en su lugar de destino. Por otra, alude a fórmulas divinas de identificación: Ex 3.14-15; Isa 43.11; 45.5; 48.12.

Es característico de la enseñanza de este evangelio que Jesús se identifica con los bienes que él da u ofrece al hombre: el pan, la luz (8.12), la Puerta de las Ovejas (10.7, 9), la vida (11.25), el camino, la verdad (14.6). Las palabras yo soy, con que comienza en este evangelio una serie de afirmaciones hechas por Jesús acerca de sí mismo, recuerdan las palabras con las que Dios se reveló a Moisés (Ex 3.14).” Juan 8.24; 6.35.

[5] 1 Sam 10.1; 12:3; 24:6; 26:9, 11, 16; 2 Sam 1:14, 16; Lucas 2:26; 9:20; 23:35.

[6] “Yo soy el Hijo de Dios”, NVI; RV-Antigua; LBLA.

[7] Mar 14:53–65; Mat 26:57–68; Lucas 22:63–71; Juan 18:12–24. Solo Marcos registra la explicita contestación de Jesús: “¿Eres el Mesías, el Hijo del Bendito? —le preguntó de nuevo el sumo sacerdote. —Sí, yo soy —dijo Jesús.”

[8] Mar 14:36, Rom 8:15; Gal 4:6.

[9] Ap. 1:4, 1:8, 4:8; 11:17; 16:5. “de aquel que es y que era y que ha de venir”, NVI, LBLA.

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